Emulando a aquellos dos insignes poetas del Siglo de oro de la literatura española, don Francisco de Quevedo y don Luis de Góngora, que se descuartizaban mutuamente con despiadados poemas criticándose el uno al otro, nuestra alumna de 4º de ESO, Andrea Marín, decidió retar a su profesor de literatura Miguel Ángel Sánchez, que no dudó en recoger el guante, cargar las tintas y contraatacar sin piedad.
El resultado es el apasionado duelo de poemas que aquí os mostramos. Podemos concluir que el resultado fue de empate y que ambos poetas mostraron el profundo respeto que sentían el uno por el otro. Una vez más triunfó la poesía.
1r ASALTO. Ataca Andrea
INTENTO DE SONETO
No quería tener esta batalla
mas tus alumnos piden que la haga.
Estos versos te marcarán cual daga,
mírala con sonetos como valla.
Danza de poetas donde las haya,
has hecho trabajar a la más vaga:
me insulto a mí misma pues me halagas.
mira qué estrofas y eso que no ensaya.
Góngora, Quevedo y Cid son estrés,
pobres alumnos ¡cuánto por hacer!
¡Que nuestra clase aplicada no es!
Calma pues nos volveremos a ver,
tanto en la guerra como en francés.
¡Qué soneto difícil de vencer!
Andrea Marín Sobrino
Contraataaca el profe
SONETO PERFECTO ( no intento )
Querida Andrea: tu esfuerzo yo aplaudo
Para retarme hay que ser muy osada
Se diría que no temes a nada…
Me motivas, te contestaré raudo.
Guárdate tus libros a buen recaudo,
Siempre leyendo en clase… ¡Qué pesada!
Si te preguntan tú estás empanada,
Venceré, no necesitaré un laudo.
¡Buen soneto! Mas el mío es perfecto…
Cuenta los versos, son todos de once
¡Disfruta con tu profe predilecto!
Ya ves, no necesito ningún ronce
Tercetos encadenados… ¡Perfecto!
Yo gano el oro y te dejo el bronce.
Miki, el capitán
Respuesta de la aprendiz
VERSOS LIBRES
Yo empanada, pero tú abandonas siempre a tus alumnos
aunque eso provoque risas en algunos.
Te crees Góngora con palabras de difícil comprensión,
no necesito mejor vocabulario para darte una lección.
Acabo de empezar y ya te estoy tomando el pelo.
Disfruta este viaje, correremos un tupido velo.
te confieso que no sigo un esquema métrico,
igual por eso queda un poema tétrico.
Esto no será una guerra de sonetos.
La poesía descansará en la revista del colegio,
me niego a que sea esclavo del tiempo.
Ingenuo ganador del oro, no sabe que ese es mi puesto.
Y con estos versos me despido
del supuesto capitán de un navío hundido.
Andrea, aprendiz de capitán
ROMANCE PARA ANDREÍTA
¡Oh, mi niña “abandonada”!
¡Vaya penita me das!
Si el “capi” abandona el barco
Necesita respirar…
Y si ello provoca risas
A mí eso me da igual
¿Quizá imitas a Quevedo
Tratándome de faltar?
Necesitas más ingenio
Y te falta habilidad
El uso de versos libres
Puede resultar vulgar…
¿Acaso tienes problemas
Para tus versos rimar?
A ver si mejor me entiendes
Sin el diccionario usar
Escojo un léxico fácil
No te vayas a agotar…
El capitán
LIRAS QUE RUEGAN SER LIBRES
“No juegues con el fuego”
me dice el adulto desde pequeña.
“Si me gusta…” agrego.
“Apágalo” se empeña.
Buena advertencia: voy a por más leña.
Se queja el capitán
de la libertad que tienen mis versos.
Que me molestarán
en la rutina inmersos
bajo el imperio de un esquema presos.
He cometido un error
y es subestimar a mi maestro.
Mas como buen lector
retractado me muestro.
Escúchame pues mi guía te presto.
Y, ¿cuál es mi consejo?
Haz lo que te nazca del fuero interno,
que yo tengo mi espejo
y veo lo no eterno:
con ese peso en las noches no duermo.
Ya estoy llegando al final.
Capitán, ¿has visto lo que te enseño?
Una aprendiz sin igual,
cumpliendo su sueño:
estas liras que jamás tendrán dueño.
Andrea, Góngora es mi maestro.
OCTAVA REAL PARA UNA GRAN APRENDIZ
¡Ahora sí! ¡Esta vez por fin me has sorprendido!
La calidad de tus versos hoy me ha enamorado
Has batallado con garra y nunca te has rendido
Y tus hermosas liras perfectas has rimado.
Orgulloso voy a dar el duelo por concluido
Mi aprendiz es ya maestra, lo ha demostrado
En realidad, quien ha triunfado es la poesía
Que ha abierto tu alma tanto como la mía.
El capitán